El Peñón de Cayaguanca
Al pie de la ciudad de San Ignacio, en Chalatenango, se encuentra el peñón de Cayaguanca, uno de los lugares del departamento más visitados por turistas nacionales y extranjeros, debido a las impresionantes vistas que pueden observarse desde este lugar.
«Cayaguanca» es un vocablo de origen nahuat que significa: «piedra que mira a las estrellas».
Se encuentra en un punto fronterizo entre El Salvador y Honduras, a una altitud de 1,621 metros de altura sobre el nivel del mar.
La leyenda de Cayaguanca
Según cuenta una leyenda, hace muchos años, cerca de lo que hoy es San Ignacio existía una población indígena gobernada por un cacique de carácter fuerte y tenía una hija que era codiciada por varios jóvenes, entre ellos Cayaguanca, un apuesto y valiente guerrero, cuyo único defecto era ser pobre.
La joven princesa estaba profundamente enamorada de ese guerrero, y a escondidas de su padre le entregaba todo su amor.
Un día, el enojado cacique se dio cuenta de la relación que su hija tenía con Cayaguanca, y en su ira mandó a apresar al indio, luego hizo que lo llevaran hasta la cima de una montaña para dejarlo atado a una roca a merced del frío y del hambre.
Los días pasaron y el indio guerrero pasaba llorando y gritando desde la cumbre el nombre de su amada. La lágrimas de Cayaguanca inundaron su alrededor y poco a poco fueron transformando en roca, hasta cubrirlo por completo y formar el enorme peñón que hoy lleva su nombre. La princesa al poco tiempo murió de amor.
Según la leyenda, en las noches más frías aún se escucha a lo lejos la voz del indio llamando a la que fue su novia.
Esta y otras historias se entretejen en torno a ese enorme peñón, que se halla enclavado en la cima de una montaña, a unos mil metros de altura.
Visitando el Peñón de Cayaguanca
El Peñón de Cayaguanca es uno de los lugares más visitados por los turistas ya que ofrece tranquilidad, bellos paisajes y diversión.
Llegar hasta esta formación rocosa no es cosa fácil; se requiere de fortaleza, piernas resistentes y sobre todo mucha energía, ya que es una larga caminata. La mayoría de turistas inicia la caminata en el caserío El Rosario, de San Ignacio. El viaje de aproximadamente tres kilómetros es emprendido sobre una amplia calle empedrada.
Después de medio kilómetro de recorrido, los turistas se internan a la montaña. Una pequeña vereda formada por la erosión de la lluvia y el viento y alfombrada con hojas secas es la única vía de acceso hasta la cumbre. Una buena parte de estos angostos y accidentados caminos se encuentra en medio de un bosque de robles, habitado por una variedad de aves y animales, como cuzucos y cotuzas.
Luego de caminar casi una hora (a paso lento), bajo las sombras de los árboles se puede apreciar una especie de pradera donde el sol hace gala de su esplendor. Cualquiera pensaría que al llegar hasta ese sector lleno de claridad se ha llegado hasta la cúspide de la montaña, pero no es así.
En esa área da inicio la segunda parte del trayecto, igual de agotadora que la primera. El camino es soleado y siempre cuesta arriba, y en su alrededor escasean los árboles, sólo se puede encontrar zacate y uno que otro arbusto.
Una hora después de emprender el viaje por ese nuevo camino se llega a otro sector donde se pueden ver algunos árboles. Desde ahí inicia otra vereda que conduce hasta las gigantescas rocas de la cima del peñón.
Es probable que al irse acercando a la cúspide, los turistas sean recibidos por algunos zopilotes, quienes han hecho de las peñas su lugar predilecto para descansar. Estos animales al ver la presencia de las personas optan por huir del lugar. Al acercarse a la punta de la montaña se puede percibir un intenso y agradable aroma, que emana de las orquídeas que crecen en los alrededores.
Al alcanzar la cumbre, la recompensa es grande. Desde la planicie de una enorme peña, y en medio de fuertes ráfagas de viento se puede apreciar a lo lejos cerros y volcanes (algunos de Honduras), pueblos y hasta ríos.
En ese punto tan alto hay una íntima comunión con la madre naturaleza; ahí la quietud está presente en todo momento. Aunque el Peñón de Cayaguanca es uno de los lugares más bellos y visitados en nuestro país, dificilmente se puede acampar en él, ya que el suelo es de pura roca. Los turistas deben conformarse con permanecer sólo un día y disfrutar al máximo de la tranquilidad que ofrece.
Sin duda este es un lugar recomendado a visitar en San Ignacio, uno de los municipios más visitados por turistas nacionales y extranjeros.
Primo, me acuerdo de una de esas legend as que contaba mamá Quina era QUE havian arboles frutales y QUE solo sé podian comer allí porque si uno tratava de traerlos se perdí a question no encontrarse el Camino de regreso hasta QUE dejará la fruta alli, se recuerda ud de eso?
leyendas hay muchas sobre la peña de cayaguanca, pero mas contadas por los pobladores cercanos y uno no las publica por varias razones , no hay nada escrito delas leyenda como tal ,ñpor lo que no se le da veracidad.
una leyenda que me agrada es, que a las 12 de la noche canta un gallo volando de roca en roca qoqueteando a una gallina , esta sale de su nido y pone un huevo aquel que por razones de interes handa tras este huevo al encontrarlo y tomarlo se hace millonario o enloquece.
hace muchos años cuenta el poblador, se acostumbraba la caza y ese lugar era propicio para ello, los animales que cazaban eran destazados y compartidos por la comunidad y se refugiaban en las cuevas que tiene el peñon para cubrirse del frio y es de esa manera ,como contaban o inventaban historias de mucha credibilidad , principalmente para los niños, estos al crecer los contaban a sus hijos y asi susecivamente.