Memorias de la Escuela Renovada de Varones
La clase de educación física era la más esperada de la semana, varios raspones conseguimos ahí en esa cancha y cuando la pelota se iba al otro lado había que gritar fuerte por si algún alma buena pasaba y la tiraba de regreso 🤣 Y también aveces castigaban ahí a los que llegaban tarde, un rato bajo el sol.
La cancha del C. E. Carlos Arnulfo Crespín (ex Escuela Renovada de Varones de Chalatenango). Hace diez años atrás… (foto)
En esta cancha desde los primeros días de septiembre nos ensayaban arduamente para realizar la mejor marcha de todas las escuelas cada año en el desfile de independencia. Manteníamos la distancia de un brazo con el compañero de adelante y movíamos las manos en la misma dirección. El ritmo de los pies iba al mismo ritmo del sonido del bombo de la banda.
Cerca de ahí, cuando salíamos a recreo, en las mesitas, jugábamos damas, billetitos y tarjetas, con una moneda a la cara o corona. En los arriates jugábamos a las chibolas, quien tenía mejor pulso siempre les ganaba a los demás.
Aquel uniforme de camisa blanca y pantalón gris nos había ocasionado que nos pusieran de sobrenombre «doctores sin sueldo». Los días lunes formábamos todos los grados, cada uno muy bien formado en orden de estatura y cantábamos el himno nacional con los píes bien juntos, el pecho saltado y la mano en el corazón.
En esas mismas mesitas nos celebraban a los del turno de la tarde la fiesta escolar más importante del año: El día del niño. Ese día nos daban bastante comida y un objeto de recuerdo, y a los de último año también una camisa de promoción color blanca con mangas grises, adelante tenía el escudo de la escuela y atrás los nombres de todos los compañeros.
En esa misma cancha, un mediodía a principios del mes de noviembre nos dieron un almuerzo en la despedida de noveno. «Ustedes deben ser hombres de bien», nos dijo al final de un pequeño discurso el director Edgardo Morales, con aquella voz aguda y con su carácter fuerte que siempre le acompañaba…